Desde hace años, las etiquetas bio, orgánico o ecológico están de moda. Al pensar en este tipo de productos, el imaginario colectivo lo asocia automáticamente con artículos más sostenibles, más saludables y más controlados en base a mejores estándares de calidad. Si profundizamos un poco más en el tema, según un reciente estudio, más del 60% de los españoles cree que el término ecológico significa lo mismo que sostenible. Sin embargo, la normativa de productos ecológicos no garantiza en ningún momento la sostenibilidad de su producción. 

Por ejemplo, una naranja de Valencia puede estar etiquetada como ecológica porque ha seguido al pie de la letra la legislación sobre la producción de este tipo de alimentos: sin fertilizantes, solo con sustancias y procesos naturales… Sin embargo, esas naranjas acaban teniendo un gran impacto en el medio ambiente porque se exportan al otro lado del mundo. Lo mismo ocurriría con un producto etiquetado como ecológico que se ha cultivado sin utilizar ningún químico fertilizante, pero que no puede considerarse sostenible porque, para producirlo, se han talado bosques y puesto en riesgo la biodiversidad de un entorno. 

¿Cómo son los productos ecológicos? 

Las normativas en este campo nacen a partir del interés creciente por la agricultura ecológica tanto de productores como de consumidores en los años 90. En nuestro país, para que un producto sea etiquetado como ecológico, debe cumplir con una normativa muy estricta. Algunos de estos requerimientos incluyen:  

• La producción sin sustancias químicas con efectos fertilizantes, únicamente se utilizan compuestos de origen natural.  
• El respeto de los ciclos de producción para evitar la desertificación de las tierras de cultivo. Se deben seguir las pautas de rotación de los cultivos y los ciclos de cada especie vegetal según su ubicación geográfica.  
• El uso responsable del agua con sistemas de riego de uso consciente.  
• La continuidad de las especies vegetales y animales con las condiciones ecológicas esperadas mediante el respeto por la biodiversidad.  

Además, en cuanto a si los productos ecológicos son más saludables o no, la legislación prohíbe expresamente anunciarlos como más sanos porque aún no existe ninguna evidencia que asocie el consumo de productos ecológicos con una mejor salud.  

Certificaciones ecológicas 

Para la UE, los términos bio, eco y orgánico son más o menos sinónimos y se definen en el Reglamento 2018/84 sobre producción ecológica. Esta normativa recoge que, más allá de la terminología empleada, cada producto etiquetado como eco, bio u orgánico debe incluir el sello de producción ecológica de la Unión Europea. Además, para garantizar que su producción ha seguido la normativa europea, este sello irá acompañado del nombre del organismo certificador del país de origen. 

En el caso de España, los organismos encargados de esta certificación serían, a nivel nacional, la Comisión Reguladora de Agricultura Ecológica (CRAE), del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, junto a los Comités de Agricultura Ecológica de cada Comunidad Autónoma.  

En definitiva, aunque cada vez son más los esfuerzos para conseguir una producción más ecológica, sostenible y saludable, ni las diversas investigaciones al respecto ni las legislaciones aprobadas hasta ahora recogen la posibilidad de garantizar estas 3 características bajo la etiqueta eco.