Los inversores cada vez tienen más en cuenta los criterios ESG para elegir dónde ponen su dinero. Por eso, las finanzas sostenibles obligan a tu empresa a mover ficha.
Las finanzas sostenibles son aquellas que no solo tienen en cuenta la rentabilidad, sino también el impacto en el medioambiente y en la sociedad. Los fondos que realizan este tipo de inversiones socialmente responsables (y que se denominan fondos responsables), introducen los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés) en sus decisiones de inversión.
En España, los fondos responsables han crecido mucho en solo una década. Y en los últimos años se han disparado. En 2009 alcanzaban los 36.000 millones de euros; en 2019, la cifra era de más de 285.000 millones, un 36% más que el año anterior. Son datos del último informe de Spainsif, una organización sin ánimo de lucro que promueve la inversión socialmente responsable.
Es imprescindible que las empresas redefinan su estrategia ambiental, social y de buen gobierno si quieren atraer financiación.
Aunque estas cifras reflejan una situación prepandémica, la emergencia sanitaria mundial ha hecho que todos nos preocupemos más por el medio ambiente y por el bienestar social. Los expertos señalan que los criterios ESG ya son el principal indicador por el que muchos fondos deciden invertir o no en una compañía. ¿La conclusión? Es imprescindible que las empresas redefinan su estrategia ambiental, social y de buen gobierno si quieren atraer financiación.
Estrategias de inversiones socialmente responsables
Las inversiones socialmente responsables se aplican a una serie de productos financieros, como los planes de pensiones, los fondos de inversión o los bonos verdes. Los fondos responsables suelen elegir diversas estrategias para decidir en qué invertir. Estas son algunas:
Fondos de exclusión. Es la más utilizada por las gestoras de fondos. Supone dejar fuera de la inversión a compañías o países involucrados en actividades específicas, como armas, tabaco o juego.
Revisión de inversiones basada en normas. Esta estrategia supone analizar la cartera de inversiones y detectar qué compañías poseen activos que incumplen normas internacionales y criterios ESG. En este caso, el gestor del fondo puede decidir la desinversión en esa organización.
Best in class. Significa analizar cuál es el desempeño de las empresas de un sector conforme a criterios ESG y elegir invertir únicamente en las que tienen mejores calificaciones o ratings.
Activismo accionarial. Los accionistas pueden intentar influir en la compañía para que esta adopte medidas acordes con los criterios ESG de varias maneras. Por ejemplo, abriendo canales de comunicación con la empresa (lo que se denomina diálogo activo) o a través del derecho al voto en la junta general de accionistas.
Inversión de impacto. Es la estrategia más comprometida con los criterios ESG. Su objetivo es provocar un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, pero sin renunciar al retorno financiero.
Ventajas para los inversores… y para las empresas
Las finanzas sostenibles dibujan un panorama lleno de ventajas para los inversores, pero también para las empresas. Algunos estudios reflejan que las inversiones socialmente responsables son, al menos, tan rentables como las tradicionales, con el añadido de que premian aquellas actividades que tienen un impacto positivo en el entorno. Mientras, esta situación obliga a las empresas a apostar fuerte por incluir en su estrategia los criterios ESG. Con eso ganamos todos.
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